El tiempo de un film
- Delfina De la Vega
- 28 sept 2021
- 2 Min. de lectura

João Moreira Salles, es uno de los documentalistas más destacados del cine brasileño. Tras una carrera dedicada a los guiones televisivos y a lo cinematográfico, dio por finalizado en el 2006 a una de sus obras más destacadas “Santiago”.
Estamos ante un documental con tintes ensayísticos sobre una película inacabada.
Santiago, es el retorno a las imágenes filmadas del pasado para hacer un film ligado a lo personal y familiar.
Se comenzó a filmar en 1992 y recién fue terminado catorce años después.
Cuenta la historia de Santiago Badariotti Merlo, un argentino qué fue mayordomo de la mansión de los Moreira Salles, en Gávea, Rio de Janeiro. Fue un hombre culto, cuya forma de ser dejó marcas y recuerdos en la familia.
João Moreira Salles entrevistó a Santiago en su departamento en Leblon. Lo filmó, pero sin tener en claro las razones. Años más tarde decidió ponerle fin a su incertidumbre y puso en marcha uno de sus documentales, hasta entonces más significativos de su carrera.
Es interesante remarcar que durante toda filmación los rasgos jerárquicos perduran, la relación de poder entre patrón-empleado se desplaza a la de director-personaje. La cámara mantiene esa distancia. ¿Estamos ante un diálogo de tiempos quizás? entre el Santiago y João del pasado, frente a los que recupera la memoria expuestos en el film.
El documental reúne los dos mundos, el de los lujos y excentricidades de los Moreira Salles y el de Santiago, una persona simple, que con poco, mucho tenía. Su vida, sus ideas, sus pensamientos se mantenían con vida, por medio de la memoria.
En “Santiago”, Salles se coloca a sí mismo como un elemento de los hechos. Desde lo que podríamos llamar una narración subjetiva, en la qué forma parte directa de los sucesos y de la trama qué acompaña la historia, guiando el relato del personaje.
João se enfrenta a su trabajo inconcluso años más tarde, ya no es el mismo, su mirada ha cambiado. Habla por medio del material fílmico con marcas qué representan su metamorfosis como documentalista; una catarsis del director traspolada a imágenes en movimiento.
Fueron varios años los qué se necesitaron para la reconstrucción del film. Podemos afirmar, que lo qué el autor busca es reflexionar sobre el modo en que las imágenes confluyen en nuestra historia de vida y repercuten en nuestra identidad. Por eso, vuelve a ellas, para revisar y dar lugar a una narración más cercana a su mundo, a lo afectivo.
Sin lugar a dudas, Santiago, es una película que se centra en los recuerdos, en los afectos, e indaga en el paso del tiempo y con este, su transformación.
El autor se sumerge a un viaje al pasado, en busca de recuperar un tiempo perdido, en volver a los rincones de la memoria, a los de su niñez, al tiempo del ayer, el que no se borra. Recordar es una forma de no olvidar, de volver a vivir aquello qué se vive o vivió.

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