Con los pies en el barro
- Delfina De la Vega
- 27 jun 2018
- 3 Min. de lectura

Una vida difícil con grandes obstáculos que logró superar, mujer con raíces aborígenes toba, criada en en una choza perdida en el norte de Argentina. Tras la muerte de su madre, siendo apenas una adolescente, se tomó un tren rumbo a Buenos Aires en busca de una oportunidad de progreso. Terminó en un barrio de chabolas de la capital porteña, donde se casó y tuvo diez hijos. Estamos hablando de Margarita Barrientos.
Por un accidente que dejó inválido a su esposo , Margarita que no sabía leer ni escribir se empezó a dedicar a lo que se conoce como “cirujeo”, la recolección de desperdicios urbanos.
Una tarde de 1996, iba de regreso a casa tras un largo día de trabajo con su carro cargado de basura, en el camino se cruzó con niños de una vivienda contigua quienes llevaban días sin comer. “Yo traía los restos de pan que recogía de una panadería, así que les dije que vinieran a casa y los senté a la mesa con nosotros”, explicó Margarita
Desde ese momento, se iba a empezar a hablar de Margarita de otra forma como una mujer que lucha con la adversidad y siembra esperanza. Su vida tuvo un antes y un después, en el momento en el que decidió fundar en unos piletones un comedor que llamó "Los Piletones". Lo mantenía con lo que obtenía del cirujeo sin tener ninguna entrada de dinero, hasta que la prensa lo dio a conocer y empezaron a recibir donaciones de dinero y tickets de compra mensuales de comestibles.
Desde ese año, en el comedor se atienden a 1500 personas diariamente, entre ellos 960 chicos, 490 madres y 70 abuelos a los cuales se le ofrece desayuno, almuerzo y cena. En la guardería se atienden 130 chicos que permanecen allí durante el día, mientras su familia va a trabajar.

A partir de 1998 también se abrió el centro de Salud donde se ofrece odontología, pediatría, obstetricia, ginecólogía, clínica médica, enfermería, y también se logró crear una farmacia comunitaria. En los centros se dan charlas sobre prevención y anticoncepción.
Juan Carr, un activista social argentino descubrió el trabajo y esfuerzo que desarrollaba en silencio Margarita, que cada día daba de comer a más y más niños de Villa Soldati y empezó a apoyarla. En doce años el trabajo de esta luchadora y perseverante mujer creció exponencialmente. En el comedor "Los Piletones", frente a su casa hoy da de comer a más de mil niños cada día.
Margarita fue premiada con el galardón Domingo Faustino Sarmiento a las mujeres
destacadas argentinas por el Senado de la Nación Argentina, fue elegida Mujer del año en 1999, premio que le permitió salir a la luz pública, por lo que recibió ayuda con la que ha puesto en marcha guarderías, clínicas, y proyectos de microcréditos, para la gente de su barrio. En 2011 fue nombrada Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires .

El 19 de Febrero de este año abrió un restaurante en un antiguo vagón de subte de la línea "A" donado por el Gobierno de la Ciudad, se trata de un buffet abierto a todo público, que generará empleo y visibilizará a la Fundación que lleva su nombre y brinda desde alimentación diaria, hasta atención médica y escolaridad a cientos de vecinos."La idea es que tenga una utilidad para el barrio y que sea un emprendimiento sustentable para la misma gente que trabajará ahí", dijo.
El enorme gesto de solidaridad que tuvo en 1996, ese acto de amor y generosidad ha
transformado positivamente su propia vida y la de quienes la rodean. A pesar de que en ese momento nada le sobraba podemos afirmar que si algo le sobra es bondad, esfuerzo y voluntad que la convirtieron en una de las personalidades más luchadoras e inspiradoras de Argentina
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